De dos meses a esta parte, uno de los tres empresarios más importantes del país, el dueño de Techint, Paolo Rocca, inició un proceso de crítica al Gobierno poco común para su histórica manera de actuar. Aunque le reconoce el ajuste y el achicamiento del Estado, hace fuertes cuestionamientos al régimen de apertura importadora, el dólar atrasado y la política industrial oficial. El último episodio, una charla incómoda y por momentos tensa en la que puso en aprietos -en el Foro Pro Pyme-, al secretario de Industria, Pablo Lavigne. Una primera lectura es que su viraje crítico responde al golpe que China tiene sobre su cadena de valor pyme, pero ese es sólo una de los factores. En realidad, el mayor gérmen del conflicto entre Rocca y Javier Milei es un negocio millonario, que tiene que ver con el interés número uno del italiano en Argentina: la energía.
Según supo Página I12, el factor de disputa, concretamente, es la licitación del Oleoducto Vaca Muerta Sur, que en los últimos quince días se convirtió en un culebrón con todos los condimentos: un proceso dudoso para ganar la obra, en la que participan Techint y una gran firma estadounidense, entre otras; lobby cruzado y una situación de tensión con la administración que asumirá Donald Trump en unos meses. Justo cuando Milei apunta que la geopolítica del país sea un alineamiento casi esclavo con Estados Unidos.
La historia empezó cuando, semanas atrás, Rocca -uno de los que compiten por la obra- se enteró que el Gobierno de Milei veía con buenos ojos los números presupuestados por la firma estadounidense Pumpco. La empresa -una de las constructoras de ductos más grandes de los Estados Unidos-, es subsidiaria de MasTec, propiedad de la familia Mas Canosa-Santos, los dueños del Inter Miami, equipo donde juega Lionel Messi. La compañía presupuestó para el tramo uno de una obra partida en 4 por la encargada de licitar, la petrolera de bandera YPF. Esa infraestructura tiene como objetivo duplicar la exportación de petróleo, un dato clave para la economía que viene, porque el potencial de exportaciones podría darle a Argentina «otro» campo en materia de aporte de divisas por comercio exterior.
Luego de eso, curiosamente, en dos foros de Oil and Gas diferentes empezaron a circular rumores de que YPF estaba pidiéndoles a los interesados un «mejoramiento de precios». Es decir, hacer un esfuerzo extra para bajar los costos de la licitación. Como dato central en esta historia hay que decir que el presidente de la petrolera, Horacio Marín, es un ex Techint, lo mismo que Gustavo Gallino, encargado de las áreas técnicas del proyecto. En el último de estos eventos del sector, de hecho, alguien fue más allá y arriesgó que Techint estaba muy cerca de quedarse con la obra, luego de haber ofertado por dos tramos, con el precio más bajo.
Tan picado estaba el tema que se pasó de largo la fecha de la licitación: los sobres con los ganadores debían abrirse el 30 de octubre, para que la obra inicie ya a fines de diciembre. Esa demora, de hecho, le está haciendo perder al país, según fuentes oficiales, unos 40 millones de dólares diarios en exportaciones de crudo no realizadas. Todo este proceso de tironeos con Techint coincide con la suba de tono del discurso de Rocca contra el Gobierno.
La geopolítica mueve
Vale decir que la familia Mas, cubano-americana con 50 ductos construidos en su país y sede en Coral Gables, Miami, ya había intentado, sin éxito, meterse en la obras del gasoducto Reversal del Norte, con el que Argentina le exporta gas a Bolivia y que quedó en manos de Sacde (Mindlin), Techint y BTU.
Ahora bien, ¿por qué Milei quería o prefiere a los Mas en la obra del oleoducto? La familia es la terminal de Trump en su pago chico, la Florida. Los Mas tienen un nexo muy cercano no sólo con el líder republicano, sino con el senador de orígen cubano Marco Rubio (amigo de Milei y quien hace relativamente poco tiempo mantuvo reuniones con los ministros Luis Caputo y Patricia Bullrich). Además de ser habitues de las reuniones en Mar-A-Lago, la mansión que Trump tiene en Palm Beach y en la cual hace pocas semanas desembarcó el Presidente argentino.
«No es una buena forma de empezar la relación. Sobre todo por los manoseos y trascendidos de una licitación. Fue todo muy desordenado», admitieron ante este diario dirigentes que están al tanto de lo que se juega con la obra del Vaca Muerta Sur. Jorge Mas Canosa se exilió de Cuba en los años 60 y se instaló en Miami, donde hoy sus dos hijos, Jorge y José, manejan los negocios. En el inicio, además, crearon la Fundación Cubano-Americana, un polo de lobby importante en esa región.
Por norma, en los Estados Unidos no hay gestiones previas sobre los Estados hasta que no asumen los nuevos mandatarios. Trump tomará el poder recién en marzo, pero los que saben cuentan que Rubio sigue de cerca las licitaciones del oleoducto y hace fuerza por Pumpco, que en su país construyó 5000 gasoductos y actualmente tiene en obra un trazado con México que es bastante similar al que se planea hacer en Vaca Muerta Sur. El tema, para Milei, es delicado: Rocca no sólo se enfrenta con un competidor de peso, los Mas, sino que además Trump mira de cerca el asunto y, como si fuera poco, el dueño de Techint también es, para el Presidente, un aliado estratégico contra China.
Las importaciones y la obsesión de la UIA
Naturalmente, también mueven a Rocca cuestiones netamente comerciales de la industria. Hace unos días, en la Unión Industrial (UIA) le pidieron a Federico Sturzenegger, el ministro de Desregulación, ver cómo se puede compensar el impacto negativo de las importaciones sobre la industria. «Va a ser la agenda de la UIA en 2025», le plantearon.
¿Qué quiere Rocca? además de que le saquen de encima a China, el único competidor en tubos sin costura que puede hacerle sombra, que el Gobierno arme un esquema de quita de impuestos que compense la apertura importadora sin que la industria local se funda. Citan como ejemplo las leyes de maquila de Pernambuco, Brasil, o las que se usan en el Paraguay. Pero, además, piensa que con eso sólo no alcanza, por eso acuñó la expresión «balancear la cancha», que es bastante más que baja de tributos.
Es curioso, pero en la UIA encabezada por Rocca admiten que el régimen de Milei de dólar barato se prolongará en el tiempo y que todos los procesos de «estabilidad» tienen, de algun modo, un dólar intervenido por los gobiernos para que no se disparen. Pero que eso requiere de política industrial y protección, aranceles o precios diferenciales para las materias primas.
«Estamos tratando de que entiendan, este Gobierno no es uno de los que no suelen saber qué pasa en la micro», aseguran los industriales. El hombre encargado de entender es el presidente, pero Lavigne está convencido de que el camino de la industria es la libre competencia. Los industriales no la ven.
Los datos numéricos casi que avalan en pedido de Rocca para que Milei proteja la industria como lo hacen Trump o las potencias fabriles de Europa, dos de los que intentan pelear palmo a palmo con el esquema de compensaciones que tienen los chinos.
Entre los industriales circula que la tonelada de acero en China cuesta 500 dólares. Para traerlo a Argentina hay que cargarle un 30 por ciento entre impuestos y fletes. Así, el importador la ingreso a 750 dólares. El mismo producto, hecho a nivel local, cuesta 1200 dólares. Lo mismo ocurre con el aluminio: en China, cuesta 3000 dólares la tonelada, a lo que hay que sumarle los costos de ingreso de importados al país. ¿Cuánto sale la tonelada de aluminio nacional? 10 mil dólares.