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Cuando llega el calor y recurrimos al aire acondicionado para mantener una temperatura agradable en nuestros hogares, las plantas de interior pueden sufrir algunos efectos peligrosos para su salud. Porque, claro, el aire acondicionado reduce la humedad y altera la temperatura, dos factores cruciales para el bienestar de las plantas.
Al enfriar el ambiente, el aire acondicionado crea un rango térmico que puede no ser el adecuado para muchas especies de plantas, alterando su ritmo natural de crecimiento
La mayoría de las especies que cultivamos como plantas de interior crecen de manera natural en ambientes cálidos y tibios, con suficiente humedad.
Para que su cambio de hábitat no sea tan drástico, debemos reproducirlo de la mejor manera posible dentro de la casa: la gran mayoría crece a la sombra tenue de los árboles altos, en bosques húmedos tropicales y subtropicales, donde generalmente la temperatura no desciende nunca de 12°C a 15°C.
En esos ambientes naturales, el aire está cerca de su punto de saturación (100% de humedad relativa) y los suelos reciben permanentemente restos orgánicos por la caída del follaje de los árboles, que al descomponerse forman un rico mantillo. Allí, las plantas que adornan nuestros livings evolucionaron con raíces delgadas, superficiales y con hojas de cutículas delgadas, ya que no existe riesgo de desecamiento.
Las plantas se ven forzadas a sobrevivir en un ambiente doméstico de baja humedad, menor temperatura y luz artificial
El impacto del aire acondicionado no siempre es inmediato, pero con el tiempo pueden aparecer ciertos síntomas que delatan que las plantas no están bien. Si no se interpretan los síntomas a tiempo, muchas veces se termina por perder el ejemplar.
Lo principal es prestar atención al riego, pero en este punto no existe una regla general, ya que el riego necesario dependerá del tipo de planta y del grado de sequedad y temperatura del aire.
¿Regar más es la solución? No es tan simple la respuesta. Es importante mantener un equilibrio delicado entre la falta de agua y el exceso: las hojas marchitas, por ejemplo, pueden indicar tanto falta de agua como que el sustrato está demasiado húmedo, ya que la falta de oxígeno por exceso de agua causa asfixia en las raíces.
Pueden humedecerse las hojas individualmente con un trapo húmedo o con un atomizador con agua.
Las raíces también pueden verse afectadas por la falta de humedad, lo que retrasa el proceso de absorción de nutrientes
LA NACION
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