“¿Cómo la inflación va a ser del 2,7% si todo aumenta mucho más?” es algo que millones de argentinos se preguntan. Esta desconexión entre la desaceleración del Índice de precios al Consumidor (IPC) que mide el INDEC y los fuertes aumentos de precios ha reavivado el debate acerca de las estadísticas del ente oficial. En octubre dio 2,7% y el acumulado desde la asunción de Javier Milei como presidente es de 160%.
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El propio Marco Lavaga, titular del INDEC, reconoció en su momento que se están trabajando algunos cambios en la medición. El conflicto radica en las bases y las ponderaciones que se utilizan. Las dificultades metodológicas para medir la inflación en Argentina y la inestabilidad económica.
¿Qué es la inflación, qué es el IPC y cómo se mide en Argentina?
Según el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de CABA, “la inflación es un fenómeno que involucra la suba generalizada de todos los precios de una economía«. Afecta tanto a los bienes y servicios que se consumen en el país como a los importados. También impacta en los insumos que se usan en las industrias y en las inversiones.
Pero como es imposible relevar todos los precios de una economía, cada país utiliza su metodología para medir la inflación. En Argentina, el INDEC, con apoyo de las direcciones provinciales de estadística, calcula el IPC, ese que conocemos como “el número de la inflación”.
El IPC mide la evolución de los precios de un conjunto de bienes y servicios representativos del gasto de consumo de los hogares residentes en áreas urbanas. Sus resultados se publican como índice nacional; y para Cuyo, GBA, Noreste, Noroeste, Pampeana y Patagonia, como índices regionales.
Este índice no solo sirve para comparar la evolución de precios en distintos sectores de la economía o como indicador del cambio en el poder de compra de los consumidores, sino que es importante para determinar políticas económicas y monetarias, obligaciones contractuales, tasa de interés y remuneraciones, entre otras cuestiones.
¿Cómo se definen los bienes y servicios que son representativos del gasto de consumo de los hogares?
El INDEC toma como base la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHO) 2004-2005, una encuesta a nivel nacional en la que se comparararon ingresos y gastos de las familias en todo el país (qué y dónde compraban). Con esa información se armó una canasta de consumo cuya evolución de precios es la que define el IPC.
El ente estadístico releva unos 320.000 precios todos los días hábiles en más de 500 supermercados, 16.200 negocios de cercanía y empresas prestadoras de servicios, ya sea de manera presencial, telefónica o digital.
Para calcular el IPC, el INDEC divide los bienes y servicios en 12 rubros, los cuales a su vez tienen subdivisiones y dentro de ellas productos particulares. Por ejemplo, Alimentos y Bebidas incluye, entre otros, Frutas, y allí dentro se calculan por separado los precios de la banana, la manzana y la naranja.
¿Qué son las ponderaciones del INDEC?
En cada una de las regiones mencionadas anteriormente (GBA, Patagonia, Cuyo, etc), el INDEC calcula la evolución de precios de esos 12 rubros y sus respectivos desagregados. El promedio de todas las zonas da como resultado el número final del IPC a nivel nacional.
Pero no todos los bienes y servicios tienen el mismo peso, sino que existen ponderaciones. Estas fueron actualizadas en diciembre de 2016 y determinan que, por ejemplo, en GBA los hogares gastan en promedio 10,46% de sus ingresos en Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles, mientras que Alimentos y Bebidas representa un 23,44%.
De esta manera, los aumentos en la comida tienen un peso mucho mayor a la hora de calcular el IPC que los relacionados al alquiler y al pago de servicios como agua, luz y gas.
Estas valoraciones son claves para explicar el desfasaje entre los datos del IPC y lo que perciben los trabajadores en sus bolsillos. Lo que más aumenta de precio en los últimos meses es lo que menos pondera el INDEC.
Entre comienzos de diciembre de 2023 y septiembre de este año, Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles aumentó en promedio 260% en el GBA, Comunicación (incluye servicios de Internet y telefonía) por encima del 214,43% y Educación más del 164%, por ejemplo. Su peso en el IPC para esa zona es sólo de 10,5%, 2,81% y 3% respectivamente. Lo mismo ocurre en las demás regiones del país. La inflación general acumulada en el mismo período —desde la asunción de Milei— está en torno al 160%.
Según el INDEC, los gastos en alquileres, electricidad, luz, agua, internet, telefonía y educación apenas representan el 16,29% de los gastos totales de los hogares. El rubro más ponderado, Alimentos y Bebidas, tuvo incrementos de más de 116% desde inicios de diciembre hasta octubre, muy por debajo del promedio general. En esta categoría se han desacelerado los aumentos en los últimos meses, debido al ancla cambiaria y la profunda recesión económica producto de la caída del consumo masivo, que en septiembre fue del 22,3% interanual según la consultora Scentia.
Octubre no fue la excepción a esta lógica que se viene dando desde diciembre del año pasado: los gastos relacionados a la vivienda y los servicios básicos sufrieron aumentos del 5,4% en promedio, por lo que fueron el rubro que más se encareció. Casi en el otro extremo, los alimentos tuvieron incrementos del 1,2%.
«El cambio de ponderaciones de 2016 se hizo al revés de lo que debería haberse hecho», sostiene Fabián Amico, economista de CITRA (UMET-CONICET) y director del Instituto Estadístico de los Trabajadores de UMET, en diálogo con Página|12. «El gobierno de Mauricio Macri aumentó mucho las tarifas y por ende se podía presumir que en proporción los hogares iban a destinar más dinero a pagar esos servicios», agrega.
“Está bajando el peso de los alimentos y subiendo el de las tarifas, dado el aumento”, reconoció Marco Lavagna, director del INDEC, en una entrevista radial de hace 2 meses. “Espero que en los próximos 2 meses podamos salir con el nuevo IPC, con canasta actualizada. De 320 mil a 500 mil precios. De 16.700 informantes a 24.000. Estamos en las pruebas finales”, anticipó en aquel entonces. Nada de eso ha ocurrido aún.
Subsidios e impuestos: lo que el INDEC no calcula en el IPC
Es importante tener en cuenta que el INDEC para hacer el cálculo toma únicamente los precios o las tarifas completas, sin subsidios, para evitar distorsiones. Sí se toman en cuenta los aumentos del transporte y las tarifas, ya que se realizan sobre el precio que paga la gran mayoría. También cabe recordar que hace unos meses Luis Caputo, ministro de Economía, se peleó con los supermercados para que en vez de hacer promociones 2×1 pusieran los productos con descuentos por unidad: lo primero no repercute en el IPC, lo segundo sí.
Tampoco se toman en consideración los impuestos, por lo que el regreso de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias para los trabajadores, eliminada por Sergio Massa y restablecida por el actual gobierno a través del Paquete Fiscal aprobado en el Congreso, no afectó al índice del INDEC.
¿Se puede mejorar el cálculo del IPC?
Es evidente que las ponderaciones del INDEC no reflejan los consumos de los argentinos. Además, la canasta está hecha en base a los consumos de 2004/2005 y en estos 20 años han cambiado muchas cuestiones. Un ejemplo de ello es el aumento del consumo de servicios, teniendo en cuenta internet, telefonía, servicios de streaming, etc, y la disminución, en porcentaje, del de bienes.
“El problema a mi entender es que se trata de dejar la misma canasta porque cuando comparás bienes a lo largo del tiempo es más fácil. Se podría mantener ese dato con esta canasta y agregar una nueva”, sugiere el economista Guido Agostinelli, profesor de Macroeconomía en la UBA y autor del libro Falacias Libertarias, consultado por Página|12.
Una inflación más real
El Gobierno cuenta con datos más recientes, provenientes de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares 2017-18 (se utilizarían para los cambios que anticipó Lavagna). Allí cambia la canasta y baja un poco el peso de Alimentos y suben bastante el de Vivienda y servicios y Transporte. Lo mismo Comunicación que casi que se duplica.
Si se utilizaran esas ponderaciones, más cercanas a la realidad de estos últimos meses, la inflación estaría varios puntos por encima de la actual. “Quizá el Gobierno aspira a empezar a utilizar esos datos nuevos cuando crea que terminó de ajustar en las tarifas de los servicios”, advierte Amico.
Por un lado es conveniente no hacer cambios de manera recurrente —el propio Indec recomienda actualizar ponderaciones cada 5 años— y en caso de hacerlo que sea de manera gradual, pues las grandes modificaciones dificultan la comparación entre períodos. Pero por el otro lado, se corre el riesgo de tener canastas y ponderaciones muy alejadas de la realidad de la mayoría de los argentinos.
Las tarifas de los servicios y la política económica
Aquí entra en juego otro problema. Uno que no es estadístico, sino relacionado a las políticas económicas. “Tenés precios regulados y orientaciones políticas de gobiernos extremadamente opuestas. Durante el kirchnerismo se redujo de manera exagerada el porcentaje del gasto que se utilizaba para pagar los servicios y hay otros gobiernos que se aprovechan de eso”, destaca Amico.
En Argentina el porcentaje que los hogares le destinan a cada rubro de la economía es muy fluctuante en plazos cortos de tiempo. Por ejemplo, según la orientación del gobierno de turno, las tarifas de los servicios son o no un gasto preponderante. Esa falta de estabilidad le genera una gran dificultad al INDEC para establecer ponderadores consistentes a lo largo del tiempo.
“Durante la convertibilidad, en la que hubo baja inflación, pero que fue un período muy malo para los salarios, el peso de los servicios públicos y privados estaba muy por encima de los alimentos. Ahora ocurre algo parecido. Al menos mientras dure el ancla cambiaria, porque cuando empiecen a devaluar el precio de los alimentos va a subir de nuevo”, asegura el economista de la UMET.
Absolutamente todas las consultoras informan caídas récord en el consumo masivo (incluso de alimentos y medicamentos, en teoría lo último en lo que una famila recorta). Esto no hace más que confirmar que la desaceleración de la inflación que mide el INDEC, el caballo de batalla del Gobierno y uno de los pocos números “positivos” que tiene para mostrar, en realidad no le está aumentando el poder de consumo a las grandes mayorías.