El gasto público total cayó en 2024 al nivel más bajo de los últimos siete años. Se ubicó en torno al 10,2 por ciento del PBI, profundizando una tendencia a la baja que venía mostrando en los años previos a la pandemia. El superávit primario se logró básicamente por el ajuste significativo del gasto, mientras el superávit financiero está atado a la maniobra legal de no contabilizar ciertos intereses devengados. Así lo advierte un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).
El gasto venía ya mostrando una tendencia a la reducción, que se interrumpió en los años de pandemia. En 2024 en tanto, se profundizó la tendencia a la baja de la mano de un fuerte ajuste fiscal –especialmente en los “gastos de capital”, como la obra pública-, y las erogaciones equipararon al 10,2 por ciento del PIB entre enero y octubre. El Estado dejó vacío su rol como desarrollador de obras de infraestructura y vivienda social.
Mientras que el gasto en subsidios y en partidas sociales en 2024 consolidó la tendencia de reducción que venía observándose desde 2021, en el caso de la obra pública –a igual que en las transferencias a las provincias- la reducción fue abrupta, advierte el CEPA: “pasó de representar 1,2 por ciento del PBI en 2023, año en el que se concentraron gran parte de las inversiones para la construcción del gasoducto de Vaca Muerta, a prácticamente no registrar erogaciones en 2024”.
En octubre, “el derrumbe interanual de los egresos se atribuye principalmente –por su peso sobre el total– a la licuación de los haberes de los jubilados (que cayeron 8 por ciento en términos reales), la prácticamente nula ejecución de obras por parte del nuevo gobierno (menos 70 por ciento) y los recortes en gastos de funcionamiento (menos 23) sustentados en la licuación salarial de los empleados del sector público”, sostiene el CEPA. “Todos los gastos mostraron reducciones, salvo dos: Asignación Universal por Hijo (AUH) y Transferencias a Universidades, que tendieron a normalizarse”, agregaron.
El «piso»
La caída del gasto total en octubre, del 23,2 por ciento en términos reales “parece haber encontrado un piso” luego del brutal ajuste de enero y febrero, con caídas del 39 por ciento en promedio, analizaron desde el CEPA. Para quienes tienen el ojo acostumbrado a las estadísticas, esta es una tendencia esperable ya que ninguna serie de datos puede caer infinitamente.
En lo que va del año, los ajustes se focalizaron en jubilaciones y obra pública. “De cada 100 pesos ajustados, 24 pesos provinieron de recortes en jubilaciones y 24 pesos de la obra pública”, detalla el informe.
Por el lado de los ingresos fiscales, los asociados al comercio exterior (sin impuesto PAIS) son los únicos que crecen. Puesto en datos, en octubre crecieron los Derechos de exportación un 9 por ciento y los de importación, un 3 por ciento. Una mayor liquidación de la cosecha respecto de comienzos de año explicaría la primera tendencia, aún pese a la caída de los precios internacionales de commodities. En tanto, las importaciones crecieron en octubre, aguardando la reducción de la alícuota del impuesto PAÍS, un tributo que fue clave para la recaudación en los meses anteriores.
Por el contrario, “los tributos ligados a la actividad económica continúan con caídas significativas”. Entre ellos se destaca un estancamiento del IVA en octubre y retrocesos significativos en Ganancias (26 por ciento abajo, debido a cambios normativos) y el impuesto a los Débitos y Créditos (caída del 8 por ciento).
Por otro lado, el informe del CEPA también muestra la correlación entre las series del IVA y la actividad económica. Como la primera de ellas llega a septiembre y octubre, es posible inferir el comportamiento que mostrará la actividad. Los datos sugieren que “la recesión podría estar moderándose”, con indicios de mejora en el noveno y décimo mes, tras la contracción acumulada de la primera mitad del año.
En octubre, el Gobierno pudo mostrar superávit primario y financiero. Este último contempla el pago de intereses, pero no los de las LEFI y LECAPS que pasaron del Banco Central al Tesoro y suman alrededor de 500.000 millones de pesos, aclara el CEPA: esta estrategia contable garantiza el superávit financiero. Para obtener superávit primario los ingresos corrientes cayeron 8,6 por ciento descontando el efecto de la inflación y el gasto retrocedió 23,2 por ciento interanual.
La caída del gasto fue algo menor a la acumulada en el año (29 por ciento), que se estructura de la siguiente manera: “de cada 4 pesos recortados, 1 proviene de las jubilaciones, otro del freno a la obra pública, y los 2 restantes corresponden a las demás partidas”, detalló el CEPA.